Nutrición y Salud

Comer bien: el retorno a lo sencillo que puede cambiar tu salud para siempre

Durante años, Carmen vivió atrapada en un círculo que muchos conocen bien: pasaba de una dieta a otra con la esperanza de perder peso, sentirse mejor o, simplemente, no caer en el cansancio diario que arrastraba como una mochila invisible. Leía etiquetas, contaba calorías, eliminaba alimentos, se pesaba, se frustraba. Y volvía a empezar. Hasta que un día, se detuvo. Y se preguntó: ¿por qué comer bien parece tan difícil, si es lo más natural del mundo?

Esta historia no es nueva. De hecho, cada vez es más común. En un mundo donde las estanterías del supermercado están llenas de productos ultraprocesados con nombres impronunciables y donde la cultura del “todo rápido” ha contaminado también nuestra forma de alimentarnos, comer bien se ha convertido en un acto revolucionario. Pero también en una necesidad.

Comer mal es fácil. Y está normalizado.

Vivimos en la era del “comida fácil”: preparada, barata, lista en dos minutos. Pero lo que se gana en comodidad, se pierde en salud. Los datos lo dicen claro: el consumo de azúcares añadidos, grasas trans, aditivos artificiales y harinas refinadas ha disparado el riesgo de enfermedades metabólicas, cardiovasculares, inflamatorias y neurodegenerativas.

Lo que comemos moldea no solo nuestro cuerpo, sino también nuestra mente. Afecta al sistema inmunológico, a la energía, al sueño, a nuestro estado emocional. Y lo peor es que muchas veces ni siquiera somos conscientes de cuánto nos está perjudicando.

dieta en la salud bucodental comer bien

Volver a comer bien: una cuestión de salud (y de sentido común)

Pero, ¿qué significa comer bien? ¿Es seguir una dieta? ¿Es eliminar el pan o contar macros? ¿Es llenar el plato de superalimentos o tomar batidos verdes?

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En realidad, comer bien es mucho más sencillo y, a la vez, más profundo. No se trata de restringir, sino de reconectar. Con el cuerpo, con el hambre real, con los alimentos de verdad.

Un reciente vídeo divulgativo publicado por Regenera, un proyecto conocido por su enfoque integrador de la salud, abordaba precisamente esta cuestión: cómo comer bien de verdad, sin modas ni sufrimiento. Una guía clara, cercana y basada en ciencia para empezar a cambiar nuestra relación con la comida.

En ese vídeo, se plantean varias claves fundamentales que están transformando la forma de alimentarse de muchas personas. Las resumimos a continuación, con testimonios y datos que las respaldan.

1. Alimentos reales: la base de todo

Parece obvio, pero no lo es: cuanto menos procesado esté un alimento, mejor. La regla de oro es clara: si no lo reconocerías como comida hace 50 años, probablemente no deberías comerlo ahora.

Evita:

  • Ultraprocesados (bollería, snacks, cereales azucarados, refrescos…)
  • Aditivos y conservantes artificiales
  • Grasas hidrogenadas y aceites refinados
  • Azúcares añadidos y jarabes de glucosa

Incluye más:

  • Verduras y frutas de temporada
  • Pescados y huevos de calidad
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Agua, infusiones naturales

La comida real no necesita envoltorios brillantes ni promesas en letras grandes. Habla por sí sola. Nutre, sacia y protege.

Tazón vegano mediterráneo

2. Comer bien no es comer menos: es comer mejor

Una de las ideas más peligrosas que hemos heredado es que “para estar sano hay que comer poco”. Pero la calidad es mucho más importante que la cantidad. El cuerpo no pide menos comida: pide la adecuada.

Una alimentación rica en nutrientes (vitaminas, minerales, antioxidantes, fibra, grasas saludables) regula el apetito de forma natural, mejora la saciedad, reduce los picos de azúcar en sangre y ayuda a estabilizar el sistema hormonal. Es decir: no solo te sientes mejor, sino que comes sin ansiedad ni remordimientos.

3. El intestino como punto de partida

Cada vez más investigaciones apuntan a que la salud digestiva es la piedra angular del bienestar. El intestino no solo digiere: también regula la inflamación, produce neurotransmisores como la serotonina y alberga al 70% del sistema inmune.

En este sentido, comer bien implica cuidar a los aliados invisibles que viven en nuestro intestino: la microbiota.

¿Cómo se hace eso?

  • Priorizando fibra vegetal (frutas, verduras, legumbres, tubérculos)
  • Evitando azúcares y aditivos que alteran la flora intestinal
  • Incluyendo alimentos fermentados (kéfir, chucrut, kombucha)
  • Reducción del estrés y mejora del sueño (que también influyen en el intestino)

Desde la Psiconeuroinmunología Clínica (PNI), una disciplina que estudia la relación entre el sistema digestivo, nervioso e inmune, se está poniendo el foco en esta conexión. Profesionales formados en PNI Clínica como Regenera, integran ya este conocimiento en sus planes nutricionales y terapéuticos con resultados notables.

4. Comer también es emocional

¿Comes por hambre real o por ansiedad? ¿Conectas con tus señales de saciedad? ¿Comes con atención o mientras ves la tele y miras el móvil?

Una buena alimentación no solo requiere elegir alimentos adecuados, sino también revisar nuestra relación con la comida. Aprender a diferenciar el hambre fisiológica del hambre emocional, evitar el autosabotaje, no usar la comida como anestesia.

La clave está en reaprender a sentir. A escuchar cuándo tengo hambre, cuándo ya estoy saciado, qué alimentos me sientan bien y cuáles me apagan.

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5. Comer bien no es hacerlo perfecto: es hacerlo sostenible en el tiempo

Una de las grandes barreras para cambiar de alimentación es la presión de hacerlo todo “bien”. Pero el perfeccionismo es enemigo del progreso.

Comer bien no es un examen. Es un proceso. Se trata de mejorar poco a poco, de forma realista, sin culpa y con alegría.

Pequeños cambios que marcan la diferencia:

  • Desayunar proteína en lugar de bollería.
  • Beber agua en lugar de refrescos.
  • Cocinar en casa al menos 3-4 veces por semana.
  • Comer en mesa, sin pantallas.
  • Dejar de contar calorías y empezar a contar nutrientes.

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La alimentación como medicina del día a día

Volviendo a Carmen, hoy su forma de alimentarse ha cambiado. Ya no sigue dietas. Ha aprendido a escucharse, a nutrirse, a comer por placer, no por ansiedad. Ha recuperado energía, digestiones más ligeras, menos dolores, más presencia. Y todo empezó, simplemente, por volver a lo básico: comer bien.

Y es que la comida, cuando es de verdad, cura, sostiene, alegra y previene. No hace falta seguir modas, ni gastarse una fortuna, ni vivir obsesionado. Solo hay que reaprender a comer como lo hacían nuestras abuelas: con sentido común, con ingredientes de verdad y con amor. Y si quieres más, te recomienda encarecidamente que veas la guía definitiva para comer bien de Regenera en Youtube.

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