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Alimentación saludable para personas mayores con dependencia

Mantener una alimentación saludable en la tercera edad es clave para mejorar la calidad de vida, especialmente en personas con dependencia, que enfrentan desafíos específicos. Proporcionar una dieta equilibrada y adaptada a sus necesidades individuales puede ayudar a prevenir enfermedades y promover un bienestar general.

A medida que la vida va cambiando, es fundamental ajustar la dieta para asegurarse de cubrir las necesidades nutricionales. Independientemente de la edad, es importante llevar una dieta variada y equilibrada, rica en verduras y frutas, proteínas de alta calidad, carbohidratos ricos en almidón, fibra y grasas saludables. Después de los sesenta y cinco años, puede resultar útil prestar un poco más de atención a cómo y qué comemos.

Los cambios en el estilo de vida relacionados con la edad pueden hacer que sea común que las personas mayores no cubran sus necesidades nutricionales. Problemas prácticos como la falta de apetito o los problemas para tragar y/o masticar pueden influir en la elección de alimentos.

Algunos cambios simples como modificar la dieta y hacer que la experiencia de comer sea más placentera pueden mejorar el estado de salud y la calidad de vida a medida que envejecemos y aumenta la dependencia.

Desafíos en la alimentación de mayores con dependencia

La alimentación de las personas mayores con dependencia presenta retos únicos, que no solo se deben a su estado de salud física, sino también a su capacidad para realizar tareas cotidianas de forma independiente. A medida que envejecemos, el cuerpo experimenta una serie de cambios que afectan tanto el apetito como la capacidad de digerir y absorber los nutrientes de manera eficiente. Estos cambios, sumados a enfermedades crónicas o discapacidades, pueden hacer que algo tan básico como comer se convierta en una tarea compleja.

Most teens don’t eat enough fibre

Problemas comunes: deglución, apetito

El apetito tiende a disminuir con la edad, debido a cambios fisiológicos en el cuerpo y el estilo de vida, como un metabolismo reducido, papilas gustativas menos sensibles y niveles de actividad más bajos. Sin embargo, la pérdida prolongada del apetito no es una parte normal del envejecimiento. Puede ser señal de afecciones subyacentes que requieren atención médica, especialmente cuando causa deficiencia nutricional y afecta nuestra salud general.

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Una variedad de afecciones médicas y no médicas pueden provocar una disminución del apetito, desde problemas dentales hasta depresión. Reconocerlas es el primer paso para encontrar soluciones. Las causas comunes de la falta de apetito incluyen problemas de deglución, problemas bucales, problemas digestivos, una infección, un problema de salud mental, un efecto secundario de medicamentos u otra afección subyacente con pérdida de apetito como síntoma.

La disfagia es uno de los problemas más comunes en las personas mayores con dependencia. Este término médico se refiere a las dificultades para deglutir, en las que algunas personas tienen problemas para tragar ciertos alimentos o líquidos, mientras que otras no pueden tragar en absoluto.

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Por lo general, la disfagia es causada por otras afecciones de salud que afectan el sistema nervioso, como un derrame cerebral, un traumatismo craneal, esclerosis múltiple, enfermedad de Parkinson, demencia y cáncer.

Es común que las personas mayores con disfagia eviten el consumo de alimentos o líquidos cuando tienen dificultad para tragar. Esto puede afectar su ingesta de líquidos y nutrición, ya que sufren falta de apetito, lo que puede derivar en otras formas de complicaciones de salud a la larga.

A largo plazo, la disfagia puede tener efectos devastadores para la salud, incluidos riesgos de atragantamiento, neumonía por aspiración, deshidratación, desnutrición y mala calidad de vida. En casos más graves, también puede dificultar la toma de medicamentos.

Adaptación de la dieta a las condiciones de salud

Para combatir los desafíos nutricionales es fundamental adaptar el plan de alimentación a las condiciones de salud específicas de cada persona para lograr una mejor calidad de vida. Por ejemplo, una dieta baja en sodio puede ser necesaria para las personas con hipertensión, mientras que quienes tienen diabetes pueden beneficiarse de un control estricto de la ingesta de carbohidratos. Además, a una persona con disfagia se le adaptará la textura de los alimentos. Los suplementos nutricionales pueden ser una buena opción en casos de deficiencias.

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Consejos para facilitar una alimentación saludable y adaptada

Para promover una dieta equilibrada y adaptada a las necesidades de las personas mayores con dependencia, es importante considerar algunos consejos prácticos:

  • Optar por alimentos suaves y fáciles de masticar.
  • Ofrecer comidas pequeñas y frecuentes.
  • Asegurarse de que el entorno en el que comen sea cómodo y sin distracciones puede hacer una gran diferencia.
  • Colaborar con nutricionistas o especialistas que puedan personalizar el plan alimentario de acuerdo con las necesidades individuales.

Al implementar estos consejos, se puede mejorar significativamente la calidad de la alimentación y, por ende, la calidad de vida de las personas mayores con dependencia. Una alimentación adaptada no solo asegura la ingesta adecuada de nutrientes, sino que también contribuye a una experiencia de comida más placentera y satisfactoria.

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